Hay restaurantes que al abrir sus puertas han revolucionado la zona donde lo han hecho. En Madrid tenemos varios ejemplos de establecimientos que han sido el motor de cambio de algunas de las calles mas gastronómicas de la capital como, por ejemplo, Sala de Despiece en Ponzano o Arzábal en Doctor Castelo. Ayer fui a comer a El Clásico, situado entre Sol y la Plaza Mayor, y estoy convencida que en el centro de Madrid habrá un antes y un después desde que se ha inaugurado.
El Clásico es uno de los últimos proyectos del grupo El Pradal, fundado en 2014 por el empresario José Antonio Eugercios, presidente del grupo y propietario de Síbari Food, una gran empresa de distribución de productos gastronómicos. Cuenta con tres restaurantes más El Pradal, La Casita del Pradal y Dogma y están a punto de inaugurar otro de cocina italiana.
El Clásico es un espacio de gastronomía, diseñado por el Estudio Ilmiodesign, que ocupa un edificio de tres plantas cada una con un concepto diferente: En la planta baja se encuentra la taberna, en la primera un mercado-arrocería y en el sótano un bar coctelería clandestino. En cuanto a la decoración hay un elemento común a los tres espacio, los colages de los techos. En la zona de taberna, pensada para tomar tapas y raciones, se mezclan elementos que evocan a las tabernas de toda la vida, como el suelo en damer o la cocina a la vista. Predominan los tonos rojos y blancos y cabe destacar las lámparas, donde se encuentran las botellas, y los azulejos rojo en las paredes de la cocina.
En la primera planta se encuentra el Mercado-Arrocería. Al llegar, lo primero que llama la atención es la luz. Rodeado de ventanales, transmite una sensación agradable y de alegría que, en mi caso, permaneció durante toda la comida. Del otro lado, hay un pequeño patio interior acristalado, muy atractivo. El espacio se completa con la bodega, la cocina vista, con unos fogones espaciales para el arroz que me encantan. Se puede comer en unas cuantas mesas altas, no muchas, o en la barra, de cara a los ventanales, también preparada con manteles.
En el sótano han abierto «El Clandestino», un espacio completamente diferente, donde han mantenido las paredes de ladrillo visto originales del edificio. El ambiente es más oscuro e íntimo y se puede elegir qué tomar en una carta de bebidas y cócteles.
Sara, directora y coctelera en Clandestino
La cocina, en manos del chef Agustín Herrera, procedente de otro de los restaurantes del grupo, encantador y premiado en algunas de la competiciones más importantes de Madrid, es española tradicional. Basada en la calidad del producto en los dos espacios, se diferencia en uno y otro en el tipo de carta. En la taberna se pueden tomar pinchos y raciones y en el Mercado-Arrocería, aunque se pueden pedir alguna tapa de la bodega, tienen su propia oferta. Se pueden elegir entre diferentes productos: ostras, anchóas… como si se estuviera comprando en un mercado y la carta se completa con ocho variedades de arroz.
Ayer fui a almorzar a la Arrocería y tomamos todo para compartir, incluyendo algunos platos de la carta de la taberna. Como entrante tomamos unos buñuelos de bacalao, pequeñitos y suaves, con salsa de limón y miel, deliciosos; ensalada de espinacas con granada y pipas, y croquetas de jamón, las dos cosas muy ricas. Como plato principal pedimos arroz con verduras, conejo y pollo, muy bueno, y de postre, tarta de chocolate.
El servicio es estupendo